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Imagen: Prof. Anatolio Huarcaya Barbarán. |
SEÑORA MINISTRA
DE EDUCACIÓN: ¡ESCUCHE…!
Psic. Richard Cahuana Caballero / Docente UNSCH
“Todos los países del mundo que han querido que sus países desarrollen, han
invertido en educación. Un proverbio chino dice: si uno quiere cosechar
rápidamente siembra arroz y si quieres cosechar después de 2 años siembra
viñedos, pero si quieres cosechar en el largo plazo siembra un bosque. Y la
educación es como un bosque que da fruto en el mediano y largo plazo” (M.
Burga).
Perú es uno de los países que invierte muy poco en educación. La visión que
tienen nuestros políticos dirigentes es de gastar lo mínimo en educación, pero
de esperar grandes resultados. Carecen de una visión de país desarrollado y
próspero, y no comprenden la importancia de la educación como factor de
desarrollo.
En el Perú se destina sólo el 21%
de todo el PBI a los gastos públicos: entre éstos, educación (3%) y salud (2%).
Pero en Bolivia se destina el 37%
de todo el PBI a los gastos públicos: entre ellos, educación (7%) y salud (6%).
Aunque allá, a diferencia de aquí, no lo llaman gasto, sino inversión.
Por ejemplo, el total del PBI peruano calculado para el 2020, es de,
aproximadamente, 823 mil millones de soles, de los cuales sólo 177 mil millones
de soles (cifra redondeada) se destinan a gastos para el sector público.
Es decir, tenemos 823 mil millones de soles de PBI (100%), de los cuales sólo 177 mil millones de soles de ese PBI
(el 21.5%) van para el sector público. Si nuestros dirigentes tuvieran la
misma visión que los dirigentes políticos bolivianos, destinarían no el 21.5%
sino el 37% del PBI, al sector público. Es decir, en vez de gastar 177 mil
millones, gastarían un promedio de 304 mil millones en el sector público. ¿Qué
les parece esa diferencia?
Pero a nuestros políticos les parece suficiente, y equilibrado, que se
destine sólo el 21.5% del PBI al sector público (encontrándose nuestro país,
entre los países que menos recursos destinan tanto a educación como a salud),
pero, ¿por qué no más? Pues, si hacemos una simple operación de resta, entre el
100% del PBI (823 mil millones) menos el 21% del PBI que se destina a lo
público (177 mil millones), nos queda un promedio de 79% (646 mil millones) que
no nos dice el gobierno a dónde lo destina. O dónde se queda, por no decir con
quién se queda.
Por lo tanto, podemos pedir, exigir, que el porcentaje del PBI se
incremente para el sector público. Por ejemplo, que el PBI destinado no sea de
sólo 21.5% sino de 30% (un 7% del PBI, iría al sector educación), de esta
manera tendríamos una verdadera inyección económica en educación básica y
superior, así como en salud. Con este incremento, se podría atender
adecuadamente las demandas salariales de los docentes universitarios,
homologación, incremento económico para investigación científica, incremento de
inversión por alumno.
“…no puede obviarse el hecho de que
el Estado peruano no ha brindado el apoyo económico que la investigación
científica y el desarrollo tecnológico requieren. (Sin embargo) en la
actualidad hay diversos concursos de
investigación del Concytec, CIES, Preal, etc., que subvencionan investigaciones
de tipo social, tecnológico, educativo… de manera que no hay excusas para no
hacer investigación. Eso obviamente no exime al Estado de su responsabilidad
para con las universidades, ya que se debe aumentar el presupuesto y la
inversión educativa a nivel superior; considerando que el Perú invierte 2,344 dólares
al año [un promedio de 7,000 soles] por estudiante universitario, mientras que
Brasil invierte 10,306 [unos 30,000 soles], Chile 7,711 [21,000 soles], México
4,331 [12,000 soles], Estados Unidos 19,802 [60,000 soles] …” (Arias Gallegos)
Pedir este incremento no es ninguna exageración si lo comparamos con otros
países. Como lo hemos señalado, Bolivia
destina el 37% de su PBI al sector público; Finlandia, el 38,2%; Brasil, el
34,9%; Bélgica, el 40,2%; Francia, el 47,5%; Noruega, el 38,8%; Perú, el 20,3% (Banco Mundial, datos
para el año 2017).
Sabemos que el discurso oficial ante estas demandas reivindicativas es
siempre el mismo: “debemos ser responsables con el gasto, el dinero y el equilibrio
fiscal” “no debemos perder de vista las medidas de austeridad, disciplina y
calidad en el gasto público”. Sin embargo, otro es el discurso cuando se trata
de pagar a los funcionarios de MINEDU, SUNEDU, Congreso, etc. O sea, cuando se
trata de pagarse a ellos mismos. Pues para ellos, ellos se han inventado una
ley muy especial: SERVIR, ley del Servicio Civil, 30057. Con sueldos
exorbitantes y compensaciones económicas que resultan insultantes en un país
donde el sueldo mínimo es de 850 soles (que según el congresista Olaechea, es demasiado
sueldo para adentro del Perú –para los peruanos de provincia-, habiéndose
opuesto a que el sueldo mínimo sea de 850 soles). Pero ahí, cuando tienen que pagarse
a ellos mismos, ya no se habla de austeridad ni de disciplina fiscal, ¿por qué?
Señoras ministras de economía y educación (voceras de CONFIEP), no se
sientan con derecho a decidir y deliberar antojadizamente los salarios de los trabajadores
peruanos, los salarios de los docentes universitarios, consideren que podría
llegar el día en que las cosas se inviertan –o revienten- y terminen resultando
al revés: que los peruanos decidan cuánto deben de ganar ustedes, los de
SUNEDU, los de MINEDU, los congresistas y sus secretarios, ya que el dinero no
sale del bolsillo de ustedes, sino del bolsillo de todos los peruanos; por
tanto, decidir nosotros –y no ustedes- cómo se remunera la función pública.
¿Qué les parece esta perspectiva?
Pues creer que el peruano es un conformista, que no se cansa de la pobreza,
o que se acostumbra a ella, es un error, y de lo más grosero. La hipocresía de vuestra
dirigencia política, sus decisiones fallidas en contra de los trabajadores y de
la docencia peruana, básica y superior, alimentan un descontento generalizado que
tiene no años, sino décadas.
EL PROBLEMA UNIVERSITARIO Y LA CARRERA DEL DOCENTE
UNIVERSITARIO
“…según el Science Citation Index Perú tenía para 1997, 173 publicaciones
registradas, Colombia 545, Chile 1770 y España 22,077. Si consideramos que la
producción académica se concentra mayoritariamente en la capital, esto deja
todavía peor a las universidades de provincia. Un profesor promedio de Lima
cuenta en su haber con aproximadamente 30 artículos publicados, mientras que un
investigador top tiene en promedio 200” (Arias Gallegos).
“…en Arequipa, muchos de los profesores universitarios se encuentran tan
desfasados que enseñan temas de la primera mitad del siglo pasado e ignoran los
últimos alcances científicos en sus propias áreas de conocimiento. Por ejemplo,
en 1996 se realizó una encuesta en la ciudad de Arequipa que reportó que el 73%
de estudiantes de la Universidad Nacional de San Agustín y 67% de la
Universidad Católica de Santa María pensaba que sus profesores “no domina los
cursos que enseñaba”. El 11% de estudiantes de la UNSA y el 10% de estudiantes
de la UCSM señalaba que sus profesores se encontraban ‘totalmente
desactualizados’” (Arias Gallegos).
“Salvo un puñado de universidades estatales con prestigio, el resto brinda
una pésima preparación porque carece de profesores adecuados, de incentivos
para renovar su plana docente con gente actualizada… Si se revisan las cifras
de aplicación del presupuesto, la mayoría ha ejecutado menos del 70% al final
de 2018, a pesar de que varias cuentan con cuantiosos recursos económicos
provenientes del canon minero… Sunedu tiene la misión de evaluar con los mismos
criterios a todas las universidades, a fin de sacar del mercado educativo a
todas aquellas que no reúnan las condiciones mínimas de funcionamiento, sean
particulares o públicas” (Álvarez Miranda, 2019).
Dos miradas críticas de la universidad de dos profesores pertenecientes a
universidades privadas. Aunque no mencionan los salarios que ofrecen las
universidades públicas –nada atractivos- para captar a profesores con idoneidad
académica. Arias Gallegos, menciona aún “la universidad peruana está en crisis.
Esta crisis ha sido condicionada por diversos factores… En cuanto al Estado,
podemos decir que ha propiciado esta situación cuando promulgó el D. L. 882
para la Promoción de la Inversión en la Educación, pues ese fue el germen que
propició la proliferación de universidades que han distorsionado el verdadero
sentido de esta institución…"
“son muy pocos los profesores universitarios del país que hacen
investigación científica o tecnológica. Este caso es más alarmante en las
universidades públicas y/o en aquellas que se encuentran en provincias, muy a
pesar de que los profesores de las universidades nacionales reciben un pago por
investigación” (Arias Gallegos)
Aunque desde tiempos de Fujimori, la universidad pública sufrió un drástico
recorte en investigación “El gobierno de Fujimori suprimió el Fondo Especial de
Desarrollo Universitario (FEDU) que se constituía con 2% del impuesto general a
las ventas (IGV) y que se destinaba a financiar el desarrollo de la
investigación científica y tecnológica (44%), infraestructura (12%) y mejoramiento
de las remuneraciones (44%)” … “Si las universidades tienen que abocarse a
luchar por sobrevivir, difícilmente podrán dedicarse a desarrollar debidamente
su labor académica. Si no tienen recursos con que financiar los medios
necesarios para el desarrollo de la investigación, serán pocas las que realicen
un trabajo que merezca realmente el calificativo de universitario” (González de
la Cuba).
(Con recursos tan pobres destinados para investigación difícilmente se hacen
investigaciones top. Hoy, en la
Universidad de San Cristóbal de Huamanga, se incentiva con 200 magros soles
–por cada mes- a los profesores que realizan investigación).
Ante esta evidente crisis de la universidad peruana, una visión más
reposada ha sido la de Manuel Burga (en el 2004): “hay que construir un
ambiente académico. Para construirlo tiene que haber gente inteligente en el Ministerio de Economía y Finanzas, en el
Ministerio de Educación y luego exijamos las cosas, pero dentro de un
cambio estructural, un cambio integral. No se le puede pedir ahora (a los
docentes) que se doctoren, eso puede decir Brasil que tiene cinco mil becas
anuales de doctorado y cinco mil becas anuales de magíster. No se le puede
pedir a un profesor en el Perú que no tiene ninguna beca” “los dieciséis mil
doscientos docentes universitarios (del Perú) no están interesados en el
SINEASE (evaluación y control de calidad del docente), están interesados en que
se les homologue, y si se homologa
debidamente que paralelamente pongan en acción el SINEASE, sino es una
inmoralidad de parte del gobierno”.
“Eso es lo que hay que cambiar, darles condiciones a los profesores
universitarios, uno no va a arreglar la universidad, dando trámite a la
homologación simplemente, sino estableciendo metas para el desarrollo de la
universidad pública en un proyecto de mediano plazo. Una meta podría ser pasar
de un promedio de 10% de doctores a un promedio de 30% en un plazo de 10 años,
eso me parece razonable, en Brasil en los años 60, se lo propusieron y ahora la
Auspide de Sao Pablo tiene el 95% de profesores con grado de doctor. Es decir,
han invertido, es un plan, un proyecto de desarrollo… estoy seguro que de 10
becarios 5 van a terminar su doctorado en los tiempos correctos y en un periodo
de 10 años vamos a tener un 20 o 30% de doctores en las universidades. Tenemos
que ponernos una meta de 50 años para tener solamente doctores en la
universidad” (Manuel Burga).
Eso es lo que pensaba Manuel Burga, hace ya más de una década. Pero en su
razonamiento personal, contaba con el presupuesto de que existiera gente inteligente en el Ministerio de
Economía y Finanzas, en el Ministerio de Educación. El tiempo pasó, y no se materializó los deseos de este
ex rector de la Universidad de San Marcos. Hoy, quienes pretenden mejorar la
calidad de las universidades públicas a través de la carrera del docente
universitario, son los mismos que ayer originaron el problema y la crisis de la
universidad pública: deteriorando el presupuesto de las universidades públicas
e incentivando la creación y proliferación de universidades privadas -con o sin
calidad-. Son quienes están imbuidos del espíritu de Fujimori, los cultores del
neoliberalismo, los que anhelan que la universidad pública sea manejada por la
empresa privada (Grupos de Interés), los que no se sienten movidos a destinar
mayor PBI al sector público, los que creen que es más que suficiente destinar
el 3% del PBI a educación, los que desean reducir los gastos en todo aquello
que tenga olor a público, los que no desearían cambiar nunca la constitución de
Fujimori, símil de la de Pinochet en Chile. Y hay que darse cuenta que, si
tenemos crisis en la universidad pública, también tenemos crisis en la clase
política que dirige nuestros destinos como país: carecemos de una dirigencia
política que esté verdaderamente comprometida con el desarrollo económico,
material, cultural y científico de nuestro país. Esa dirigencia no la tenemos. Lo
que tenemos es una masa amorfa de políticos que no les importa el país ni la
educación ni la universidad pública. Lo que tenemos es ausencia de una
dirigencia que renueve la política en nuestro país. Esa dirigencia no la
tenemos aún. Pero es la que necesitamos.
¡Por la defensa de la universidad pública! ¡Viva la huelga universitaria!