martes, 1 de septiembre de 2015

EL DESTINO DE LA UNIVERSIDAD DE HUAMANGA / Necías Taquiri

EL DESTINO DE LA UNIVERSIDAD DE HUAMANGA
En un primer artículo escrito antes de la segunda vuelta electoral dijimos que dos eran los candidatos que tentaban el sillón rectoral de la Universidad de Huamanga. El enigma se ha despojado y Homero Ango se hizo del cargo, acompañado por Lurquín Zambrano y Niverción Gutiérrez. Posteriormente, el Comité Electoral Universitario dio cuenta de la conformación de los diferentes órganos de gobierno, como la Asamblea Universitaria, el Consejo Universitario y los diferentes Consejos de Facultad, constituidos en todos los casos por docentes de diferentes categorías y los tercios estudiantiles correspondientes. De esos resultados podemos deducir sin ambages que el movimiento cristobalino encabezado por Homero, Zambrano y Gutiérrez se ha impuesto casi en toda la Universidad, incluida su Escuela de Post Grado, frente a las denominadas listas ‘independientes’ o las de oposición que constituía Pastor y compañía. En algunas facultades académicas como Educación y Ciencias Humanas la conformación de sus órganos de gobierno es inexorablemente total, tanto que quienes pudieran haber sido oposición han desaparecido, digamos, del Consejo de Facultad, departamentos académicos, escuelas de formación profesional, etc.

El panorama es, entonces, si miramos con realismo, extraordinariamente positivo para que el destino de la Universidad de Huamanga sea escrito con tinta propia, porque -como se dijo- no habrá sino que emprender acciones unitarias, mayoritarias, efectivas y eficientes para cambiar administrativa y académicamente la universidad hacia mejores destinos. En las últimas dos o tres gestiones de la UNSCH se había observado un cuerpo institucional totalmente dividido, constituido por un lado, por aquellos que habían ganado las elecciones, acaso deseosos de trabajar por los intereses institucionales, desde su óptica, y por otro lado, por los que habían perdido en las elecciones, que empachados por sus resentimientos, venganzas interpersonales y por su mediocridad en el manejo de las contradicciones, no hacían sino boicotear el trabajo de las autoridades, hacerse de la vista gorda o ensimismarse en lo suyo, con los resultados que se conocen, también gracias al desquiciamiento del principio de autoridad, hasta el extremo de haberse comprobado que cada quien decidía qué hacer o hacer lo que en gana les venía.

Así tuvimos que observar en toda una etapa de su existencia, la figura de un rector que apenas salía de sus mullidas y restringidas oficinas, unos vicerrectores que no impulsaban sus correspondientes responsabilidades y, lo peor, un consejo universitario que del parloteo cansino, ineficaz e inconsecuente no salían jamás, salvo para justificarse o ahogarse en sus lamentos, hasta en la ejecución del gasto presupuestal o para implementar un currículo nuevo en toda la Universidad. Once años de ese descuido lo estamos leyendo en el currículo 2004 de casi todas las escuelas de formación profesional de la Universidad. Un último Consejo Universitario que no vamos a olvidar en mucho tiempo, más por sus desaires y sus desastres intelectuales, que por sus vergonzosos aires de grandeza, es aquel que permitió la intervención externa de la UNSCH por la ANR. Antes de su llegada no hicieron nada para evitarla, y luego de la intervención se arrodillaron y se callaron en todas las voces, permitiendo que tres vagos se apoderen de nuestros dineros, de nuestros ambientes, de nuestros vehículos, de nuestra dignidad.

Superada esa crisis, constituida otra vez la autoridad legítima, propia, cristobalina, tenemos ahora una oportunidad histórica de arreglar entuertos con autoridad (sin jamás llegar al autoritarismo), con honestidad, con dedicación exclusiva, con capacidad, con los más identificados y sobre todo con unidad. Tenemos muchas virtudes y potencialidades en todos los ámbitos y de diferente naturaleza. De esas bondades hemos hablado insistentemente hasta por instinto de defensa de la universidad a la que nos debemos todos los cristobalinos de corazón. Lo hacíamos para taparles la boca a los enemigos internos y externos que extremaban errores o dificultades, sea de docentes, estudiantes, administrativos y hasta de las propias autoridades. Pero, ha llegado el momento de ahora dirigir nuestra mirada a las cosas negativas que casi se han institucionalizado en la Universidad y amenaza con seguir haciéndole daño. Por ejemplo, la sucia y poco universitaria política de captar profesionales para cubrir plazas docentes. A las sagradas familias que antes tomaban la Universidad para extender sus feudos, se han incrementado otras castas, otras familias, otros clanes que descaradamente, sin que medie control alguno, han copado plazas docentes y administrativas con sus cónyuges, hijos, hermanos, parientes, parejas sentimentales, como si esta universidad se hubiera creado y mantenido con esos fines. Entre ‘ellos’, que por haber logrado el rectorado o por haberse acomodado en su entorno, se creían (o creen) propietarios se conjugaban (o conjugan) no solo el verbo ratificar, como antes, además del verbo ‘categorizarse’ o promocionarse entre sí, mientras que para los que no pertenecer al feudo, no eran suficientes la espera por años para siquiera soñar con esos derechos. Cuántos casos de esos se han visto en la Universidad, año tras año, y han obligado a que algunos perjudicados (con algún dinero y harta valentía) recurran al poder judicial para hacerse respetar, con las consiguientes multas y reparaciones que han tenido que pagarse con dineros de la universidad, cuando correspondía resarcir a los funcionarios de turno que propiciaron tales desatenciones.

Esta gestión tiene todas las particularidades para borrar esa vergonzosa manera de administrar la universidad. Tiene la misma oportunidad que le tocó aprovechar al recordado antropólogo Gonzales Carré. Y se lo dijimos en una primera entrevista que nos concedió. Condiciones no le faltaba y, encima, había sido formado por genialidades como Efraín Best. Lo propio decimos que tiene el actual Rector. Tiene condiciones, sus promesas han sido de lo más deseables y dirigir ahora a un equipo humano casi monopólico de docentes y administrativos, es una garantía no despreciable.

Por ello, y para ir finalizando este análisis, se nos ocurre prudente esperar los 100 primeros días de su gobierno. Es un tiempo suficiente como ir percibiendo si ha captado la necesidad que tiene la Universidad de cambiar ya, en el acto, digamos a partir de la constitución u organización de su equipo de gobierno. A quiénes ha designado en las instancias administrativas más importantes. Verbigracia, Oficina de Planificación, la de Investigación, de Imagen Institucional, Proyección Social. Qué nivel de aceptación tienen en la comunidad universitaria, cuánta experiencia poseen, cómo es que piensan trabajar principalmente con los que piensan de manera distinta y si en los plazos previstos pueden alcanzarnos resultados tangibles, cómo vinculan o insertan la universidad con su comunidad local, regional y nacional; cómo compiten con las otras universidades que cual hongos han sembrado filiales en nuestra tierra, inclusive utilizando personal de nuestra universidad, nuestros laboratorios, nuestros métodos, nuestros méritos, en beneficio ajeno. En esas filiales y en esas universidades ‘negocio’ o ‘de garage’, se fabrican magísteres y doctores, jalados por los buitres que se han enquistado en nuestras aulas o facultades, cuando el deber primero es hacer que nuestra propia universidad es la llamada a formar y especializar a sus egresados, por su seriedad, su formalidad y las facilidades que presta.

Si no salimos de las viejas y malas costumbres establecidas en la Universidad de Huamanga, y recuperamos sus principios, cuidamos su imagen, su calidad, en esta gestión, habrá que esperar otros 20 ó 50 años para volver a intentarlo. Ése es el destino de la UNSCH.
  

Fuente : Necías Taquiri  en "Radio Periódico Alternativa" 

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