¿POR QUÉ HACEMOS LA HUELGA?
Quemarse a diario, caminar, alzar la voz
bien alto y arriba, agotarse, no son cosas que, personalmente, me atraigan,
nadie va a la huelga porque quiera cansarse, pasar malos momentos, alterar su
ritmo diario de vida, nadie va a la huelga porque tenga vocación, no lo hacemos
porque nos guste hacer huelga ni porque nos guste perjudicar estudiantes. A mí,
por ejemplo, me gustaría nuevamente volver a mi vida de antes, volver a mi casa
como de costumbre –es un decir, pues no tengo casa- descansar, leer, pasar tiempo
en familia…pero pasa que los recibos cada vez son más caros, el agua se vende
–porque el agua se vendió-, la luz se vende, el gas se vende, internet también,
el aire aún no –no te vendas nunca, amigo aire-, los alimentos, el vestido, la
educación de los hijos…cuesta, y cuesta cada vez más.
Hacemos huelga por necesidad, porque hemos
tomado conciencia de nuestra situación cada vez más apremiante, es el motivo
que nos impele a salir a las calles, a reclamar un trato justo y digno.
Lenin dice: “cuando la ruina del pueblo
llega a tal grado que en las ciudades y en los pueblos hay siempre masas de
parados, cuando los patronos amasan enormes fortunas y los pequeños
propietarios son desplazados por los millonarios, entonces el obrero aislado se
transforma en un hombre absolutamente desvalido frente al capitalista. El
capitalista obtiene la posibilidad de aplastar por completo al obrero, de
condenarle a muerte en un trabajo de forzados, y no sólo a él, sino también a
su mujer y a sus hijos. En efecto, ved las industrias en las que los obreros no
han conseguido aún estar amparados por la ley y no pueden ofrecer resistencia a
los capitalistas y comprobareis que la jornada es increíblemente larga, hasta
de 17 y 19 horas, que criaturas de cinco o seis años ejecutan u trabajo
extenuador y que los obreros padecen hambre constantemente, condenados a una
muerte lenta….Ni siquiera bajo la esclavitud y bajo el régimen de servidumbre
existió jamás una opresión tan tremenda del pueblo trabajador como la que
sufren los obreros cuando no pueden oponer resistencia a los capitalistas ni
conquistar leyes que limiten la arbitrariedad patronal.
Pues bien, para no permitir verse
reducidos a esta situación tan extremada, los obreros inician la lucha más
porfiada, los obreros empiezan a alzarse juntos contra sus patronos. Dan
comienzo a las HUELGAS…”
Evidentemente no es nuestro caso, pero
vale la cita, pues cuando desde el Estado se pagan sueldos tan bajos (como en
el caso de los docentes universitarios), cuando desde el Estado se obliga a los
profesores a trabajar en horarios largos (hasta las tres de la tarde, como en
el caso de los profesores de la básica), se hace entonces necesario comenzar a
enfrentar estos abusos.
Ahora, si el nombre de Lenin os parece muy
pavoroso, aquí tengo uno mucho más bonito: Deutsch, Karl Deutsch. Que dice:
“Nuestras ciudades son redes de política. El agua que bebemos, el aire que
respiramos, la seguridad de nuestras calles, la dignidad de nuestros pobres, la
salud de nuestros ancianos, la educación de nuestros jóvenes y la esperanza de
nuestros grupos minoritarios, están ligados a las decisiones políticas tomadas
en el Palacio Municipal, en la capital del Estado o del país.
Casi en todas partes, la gente siente
diariamente los efectos de las decisiones de política nacional. Tales
decisiones llegan a determinar el almuerzo que los niños comen en la escuela,
el nivel de los salarios, los precios de muchos bienes, el costo del crédito,
el valor del dinero y las oportunidades de seguir una carrera que tienen los jóvenes.
Las decisiones políticas influyen también en la calidad de la vida –su
seguridad e inseguridad, su fealdad o belleza- y otras decisiones políticas
determinan las relaciones de los países entre sí y, por lo tanto, probabilidad
de guerra o paz.
Si se destruye la civilización y se da
muerte a la mayor parte de la humanidad dentro de los próximos veinte o treinta
años, ello no ocurrirá por las plagas o la peste: nos matará la política. La
política se ha convertido literalmente en una cuestión de vida o muerte.”
Señores profesores, compañeros, no
esperaremos –sentados-, que el gobierno, que los señores que se llaman
Saavedra, Kuczynski, Humala o García, la mafia de hoy y de ayer, nos
aumentarán la remuneración sólo porque sí, o porque sean sensibles a nuestra
situación, no, no lo harán. No lo harán si nosotros no presionamos para
conquistar nuestros derechos. Pues a ellos no les importa la educación pública
y sienten el mismo rechazo y desdén por la docencia de las universidades
públicas como por los estudiantes de dichas universidades. Hay que saberlo: a
los delincuentes y a las personalidades trastornadas no les importa la
educación ni la formación de los ciudadanos puesto que ellos mismos están
deformados.
Sépanlo: a estos señores no les importa la
educación ni las universidades públicas porque les produce gasto; y sí les
importa las universidades privadas porque les produce ganancia.
Delegado Departamento Académico de Educación y Ciencias Humanas
RICHARD HERNAN CAHUANA CABALLERO- Docente UNSCH
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