martes, 5 de mayo de 2015

LA TOMA DE LOCAL Y LA INEXISTENCIA DEL DIÁLOGO EN LA UNIVERSIDAD

Fuente : Facebook ALLIN RUNA KAY
Por Braigan Vega
Cada semestre, aburridos de la burocracia incapaz que impera en nuestra UNSCH, los estudiantes hartos de la indiferencia y la poca ética profesional de las autoridades y de sus esquemas de "diálogo" (papeles y letra muerta), con todo el dolor de su corazón estudiantil deciden tomar los locales. Algunos repiten automáticamente que la toma de local es una medida de fuerza, pero solo son falacias ad hominem que caen en lo sensacionalista para buscar escandalizar y tergiversar el sentimiento de indignación que, como pesada mochila, cargamos los estudiantes desde hace ya varios lustros.
¿Por culpa de quién?
Los mismos de siempre: administrativos ociosos, personales de apoyo acostumbrados a lo fácil, decanos conformistas; profesores que no piensan en la investigación científica por pensar más en sus sueldos y cargos de poder; y que, a consecuencia de ello, no amplían su horizonte intelectual y crítico para gobernar sosteniblemente a la universidad.
Por citar un ejemplo, que los profesores contratados ganen algo más de 1000 soles —hasta menos, según testimonios— y no se haya hecho alguna gestión para cambiar esa realidad ante el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) —que es quien tiene autoridad para designar sueldos en el Estado— es para llorar. Puede que muchos docentes acepten ese pago por amor al conocimiento y a la universidad, pero tampoco se puede abusar tan miserablemente de su buena voluntad.
Las "medidas de fuerza" nacen en la cuna de la indiferencia. La toma de local refleja radicalmente la inexistencia del diálogo en la organización interna de la universidad. Los estudiantes son el estamento universitario que, como coloquialmente se dice, "pagan el pato" de los malos manejos administrativos y de gestión, cuya responsabilidad recae en el estamento de los maestros y doctores que, ¡para colmo!, predominan en voz y voto en los órganos de gobierno de la universidad.
El diálogo, compañeros, requiere mínimamente de dos personas con la voluntad de interactuar, vale decir, de llegar a acuerdos y consensos. Los trámites documentarios terminan siendo un disfraz de conformismo cuando no llegan a buen puerto y se hace caso omiso.
Cada vez que paralizan las actividades académicas en nuestra UNSCH sentimos impotencia, porque la culpa no es de los estudiantes, sino de los que, en la pirámide organizacional, están en la zona superior.
Que no se entienda que la toma de local es un capricho de los estudiantes. Hoy estamos de duelo.
¿Hasta cuándo?

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