viernes, 13 de diciembre de 2013

SEVERINO CASTILLO : REFLEXIONES SOBRE UNA NUEVA LEY UNIVERSITARIA - PARTE I

REFLEXIONES SOBRE UNA NUEVA LEY UNIVERSITARIA   -  (PARTE I)                                                                 

Por: Severino Castillo Melgar

Ha llegado el momento de que los sancristobalinos, y la población ayacuchana en general, tengamos que reflexionar serenamente ante la afrenta e inminente promulgación de una nueva ley universitaria, como consecuencia de la crisis universitaria que confronta el sistema universitario actual.

Para ocuparnos de la propuesta de una nueva ley universitaria, necesariamente tenemos que analizarla en el contexto sociocultural y político del país. Todos estamos convencidos que la ley vigente Nº. 23733 es caduca y ha llevado a una crisis del sistema universitario, así como al descrédito de la denominada Asamblea Nacional de Rectores (A.N.R); por tanto, requiere su pronta modificación y contextualizarla a los tiempos actuales, garantizando su autonomía y sus fines y principios primigenios.

Para una mejor comprensión de la tarea universitaria, habrá que remontarnos al año 1918, cuando en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), se promovió un movimiento político-cultural, que se extendió por toda América Latina, y en menor grado en algunos países europeos fundamentalmente en España. Este movimiento se denominó REFORMA UNIVERSITARIA, que proponía una reforma de las estructuras, contenidos y fines de la universidad. Esta propuesta impactó en varias generaciones de intelectuales, científicos, artistas y políticos, incorporando principios de democratización de la cultura y la enseñanza.

Estos principios de la Reforma Universitaria, contemplaban la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, el acceso por concurso y periodicidad de las cátedras, la libertada de cátedra, cátedra paralela, cátedra libre, gratuidad y acceso masivo, vinculación de docencia e investigación, inserción en la sociedad y rol de la universidad, solidaridad latinoamericana e internacional, entre otros.   

En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, emergió una corriente educativa, que replanteaba las tradicionales relaciones de autoridad en la educación y la enseñanza, para poner el acento en el protagonismo del estudiante. En esas condiciones, a comienzos del siglo XX, los estudiantes universitarios de América Latina comenzaron a crear  sus propias organizaciones. Aparecieron los centros de estudiantes y las federaciones universitarias. El Movimiento de Reforma Universitaria se había extendido por toda América Latina, convirtiéndose en un verdadero movimiento continental y mundial.

En nuestro país, la autonomía universitaria fue establecida por primera vez en 1920, como consecuencia de presiones por parte del movimiento estudiantil. Posteriormente fue anulada en reiteradas oportunidades, hasta ser garantizada en la Constitución de 1979. Este principio que sostiene que la universidad debe ser autónoma y autogobernada, eligiendo sus autoridades, sin injerencia del poder político, fue un antiguo principio de organización de las más antiguas universidades europeas, como la de Bolonia, París, Oxford, Salamanca, Cambridge y traída posteriormente desde España a sus universidades coloniales, autonomía universitaria que está consagrada en la Constitución Política del Perú, y cuya esencia, con la nueva ley universitaria, se estaría conculcando, dándole un carácter intervencionista.

Actualmente la Constitución Política establece que la universidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados y que participan en ella sus representantes. La tarea vital de la universidad debe centrarse en la investigación, en este aspecto, la reforma universitaria promovía la investigación científica y la transmisión de esos conocimientos a la comunidad universitaria y a la sociedad; en este sentido se hace impostergable la inserción de la universidad en la sociedad, destacando el rol histórico que le compete. En el panorama latinoamericano, las universidades públicas llegan al siglo XXI con un panorama diversificado en la formación profesional y con el reto de incorporarse adecuadamente a otros fenómenos: la sociedad de la información y la globalización, frente a los cuales debe darse una respuesta y afrontar los retos del mundo actual, sin perder la esencia que constituye la institución universitaria.


La crisis de la universidad peruana, no puede, pues,  resolverse de manera simple con la dación de una ley, es necesario analizarla en el marco de la libertad y presencia de todas las corrientes del pensamiento, del desarrollo intelectual de sus estamentos, de la promoción de la tarea de investigación, de la calidad académica y su acreditación, que deben caracterizar a cada universidad peruana. Para ello se requiere la conjunción de ideas de la intelectualidad nacional, y no de advenedizos políticos, ni menos de un parlamento cuyos integrantes desconocen la esencia de la universidad y su práctica democrática  como bastión al servicio del país y la sociedad. 

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