miércoles, 6 de julio de 2016

ENRIQUE MOYA: LA UNSCH, LA PICOTA , EL CAPITAN FLORES




Días atrás publicamos en DECOCOUNPOCO2  lo que  "El Comercio" indicaba sobre la demolición de casas en zona de huaicos. A raíz de ello  recibimos la atenta comunicación del Ing. ENRIQUE MOYA BENDEZU que pasamos a difundir:

A propósito de su artículo sobre  la Picota le envío este relato que describe como la Universidad  se preocupó de proteger la ciudad, lamentablemente años mas tarde  las invasiones justificadas irónicamente  como demanda popular destruyeron el esfuerzo de años  y produjeron la muerte de muchos ciudadanos.

Afectuosamente 

Enrique Moya 


EL CAPITÁN FLORES

Pampa del Arco, la vieja hacienda de los Montes de Oca, fue por la ley de reapertura asignada en propiedad a la universidad. Los predios universitarios   entonces comenzaban en Maravillas y de allí se extendían hacia el norte hasta Puracuti, en el camino de herradura a Huanta y por el Sur Este  hasta la cumbre del cerro La Picota. Todo lo que estaba dentro era de la universidad: Chaquihyacco y la lagunita de Kicka Ccocha donde iban los jóvenes a entregar su amor.; solo el viejo estadio, la Unidad Mariscal Cáceres y los muros abandonados de un proyecto de hospital no le pertenecían.

Para conocer estos lugares el   doctor Efraín Morote, nos invito  a realizar un periplo y con el fuimos los profesores del Instituto de Ingeniería Rural el Dr. "Checonato" de Biologia y el de Minas   geólogo venido de Venezuela Antonio Delgado.

Cuando regresábamos de la quebrada de Puracuti, a la altura de Soquiaccato, el doctor Morote nos invitó a mirar hacia abajo; allí  estaba la  ciudad, rodeada  de  huertos y tunales. y señalando con el brazo extendido hacia la plaza mayor, nos dijo  mirando el cerro de la Picota  "hay que proteger la ciudad " y volver a darle a La Picota su espíritu de sacha monte protector, hay que devolverle  lo que los Huamanguinos han  tomado y destruido ,hay que hacerlo para evitar que se desnude el cerro y entren a la ciudad las llocllas de lodo y piedra porque costará mucho limpiar, darán gran afán al alcalde, mortificarán la salud de los ciudadanos y pondrán en riesgo la propia vida.

A los pocos años el profesor Nicolás Roulet de la Cooperación Técnica Suiza diseñaba el proyecto de  reforestación del cerro La Picota. Arriba cabuyas, al medio molles, abajo tunales y  en los sitios de tierra suave y profunda tara y huarangos. Retornarán las palomas a hacer  su nido; las cuculíes a cantar y el cerro a tener abrigo, dijo  el Dr. . Morote cuando rector  al aprobar el Proyecto. 
Don Paulino Flores, sargento retirado, era el guardián de Pampa del Arco ;se desplazaba en una bicicleta dura y seca que pedaleaba con fuerza y desde temprano recorría los linderos para  sorprender y perseguir a los animales de los vecinos hasta ponerlos en el coso.; se peleaba con los dueños, se insultaba con ellos. ¿Acaso es tuyo?, le decían. Sí, es mío, respondía; porque yo soy la universidad y la universidad dará más tarde educación a tus hijos, tú no entiendes porque eres bruto.

Un día de noviembre, cuando los jóvenes de agronomía hacían en minka el trasplante de árboles en La Picota, se acercó al profesor Roulet preocupado y le preguntó: ¿esto también voy a cuidar? Don Nicolás Roulet sacándose el sombrero y poniéndolo serenamente sobre su pecho, le dijo: sí, pero serán mayores tus cuidados porque desde ahora serás el jefe mayor del ejército de los árboles, dirigirás su crecimiento hacia el cielo, les enseñarás a moverse con el viento; y tomando una rama se la dio, diciendo: toma tu espada, es de oro; desde hoy te nombro capitán, serás el capitán Flores de La Picota. Don Paulino se quedó callado y con los ojos llorosos y extendiendo sus brazos al cielo, respondió: sí, acepto.

El proyecto avanzaba. Cada fin de semana los jóvenes estudiantes subían más y más arriba haciendo andenes y zanjas  y plantando molles, taras,y tunas;. El capitán Flores redoblaba su esfuerzo y en un viejo y destartalado camioncito llevaba todas las mañanas cilindros de agua que trasegaba a los baldes que los practicantes subían hasta la cumbre y asi  el cerro empezaba a cubrirse de verde y las palomas a revolotear y hacer nidos. Dos años después, una tarde de lluvia intensa, apareció en mi casa el profesor Roulet y entregándome una capa impermeable y un casco, me dijo:" vamos a La Picota a ver como cae el agua". La lluvia caía sobre las pequeñas matas, sobre los jóvenes arbolitos y hecha agua, corría por todas las canaletas perdiéndose dentro de ellas en su adentro para aparecer limpia y clara al pie del cerro. Mire, me dijo, ya no caerán lloccllas sobre la ciudad, ya no tendrá gastos el municipio y no se enfermará la gente.

A un costado, el capitán Flores sonriente jugaba orillando con su bastón el agua buena de La Picota.



1 comentario:

  1. Excelente artículo. Deberían seleccionar trabajos similares de quienes conocieron a la universidad desde antes, para hacer unas memorias por su aniversario. Simbólico la historia universitaria del Capitán Flores y su espada y, años más adelante, quienes después aparecieron blandiendo el fusil...

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