Días atrás publicamos en DECOCOUNPOCO2 lo que "El Comercio" indicaba sobre la demolición de casas en zona de huaicos. A raíz de ello recibimos la atenta comunicación del Ing. ENRIQUE MOYA BENDEZU que pasamos a difundir:
A propósito de su artículo sobre la Picota le envío este relato que describe como la Universidad se preocupó de proteger la ciudad, lamentablemente años mas tarde las invasiones justificadas irónicamente como demanda popular destruyeron el esfuerzo de años y produjeron la muerte de muchos ciudadanos.
Afectuosamente
Enrique Moya
EL CAPITÁN FLORES
Pampa del
Arco, la vieja hacienda de los Montes de Oca, fue por la ley de reapertura
asignada en propiedad a la universidad. Los predios universitarios entonces comenzaban en Maravillas y de allí
se extendían hacia el norte hasta Puracuti, en el camino de herradura a Huanta
y por el Sur Este hasta la cumbre del
cerro La Picota. Todo lo que estaba dentro era de la universidad: Chaquihyacco
y la lagunita de Kicka Ccocha donde iban los jóvenes a entregar su amor.; solo el
viejo estadio, la Unidad Mariscal Cáceres y los muros abandonados de un
proyecto de hospital no le pertenecían.
Para conocer
estos lugares el doctor Efraín Morote,
nos invito a realizar un periplo y con
el fuimos los profesores del Instituto de Ingeniería Rural el Dr.
"Checonato" de Biologia y el de Minas
geólogo venido de Venezuela
Antonio Delgado.
Cuando
regresábamos de la quebrada de Puracuti, a la altura de Soquiaccato, el doctor
Morote nos invitó a mirar hacia abajo; allí estaba la ciudad, rodeada de huertos
y tunales. y señalando con el brazo extendido hacia la plaza mayor, nos dijo mirando el cerro de la Picota "hay que proteger la ciudad " y
volver a darle a La Picota su espíritu de sacha monte protector, hay que devolverle lo que los Huamanguinos han tomado y destruido ,hay que hacerlo para
evitar que se desnude el cerro y entren a la ciudad las llocllas de lodo y
piedra porque costará mucho limpiar, darán gran afán al alcalde, mortificarán
la salud de los ciudadanos y pondrán en riesgo la propia vida.
A los pocos
años el profesor Nicolás Roulet de la Cooperación Técnica Suiza diseñaba el
proyecto de reforestación del cerro La
Picota. Arriba cabuyas, al medio molles, abajo tunales y en los sitios de tierra suave y profunda tara
y huarangos. Retornarán las palomas a hacer su nido; las cuculíes a cantar y el cerro a
tener abrigo, dijo el Dr. . Morote cuando
rector al aprobar el Proyecto.
Don Paulino
Flores, sargento retirado, era el guardián de Pampa del Arco ;se desplazaba en
una bicicleta dura y seca que pedaleaba con fuerza y desde temprano recorría
los linderos para sorprender y perseguir
a los animales de los vecinos hasta ponerlos en el coso.; se peleaba con los
dueños, se insultaba con ellos. ¿Acaso es tuyo?, le decían. Sí, es mío, respondía;
porque yo soy la universidad y la universidad dará más tarde educación a tus
hijos, tú no entiendes porque eres bruto.
Un día de
noviembre, cuando los jóvenes de agronomía hacían en
minka el trasplante de árboles en La Picota, se
acercó al profesor Roulet preocupado y le preguntó: ¿esto también voy a cuidar?
Don Nicolás Roulet sacándose el sombrero y poniéndolo serenamente sobre su
pecho, le dijo: sí, pero serán mayores tus cuidados porque desde ahora serás el
jefe mayor del ejército de los árboles, dirigirás su crecimiento hacia el
cielo, les enseñarás a moverse con el viento; y tomando una rama se la dio,
diciendo: toma tu espada, es de oro; desde hoy te nombro capitán, serás el
capitán Flores de La Picota. Don Paulino se quedó callado y con los ojos
llorosos y extendiendo sus brazos al cielo, respondió: sí, acepto.
El proyecto
avanzaba. Cada fin de semana los jóvenes estudiantes subían más y más arriba haciendo
andenes y zanjas y plantando molles,
taras,y tunas;. El capitán Flores redoblaba su esfuerzo y en un viejo y
destartalado camioncito llevaba todas las mañanas cilindros de agua que
trasegaba a los baldes que los practicantes subían hasta la cumbre y asi el cerro empezaba a cubrirse de verde y las
palomas a revolotear y hacer nidos. Dos años después, una tarde de lluvia
intensa, apareció en mi casa el profesor Roulet y entregándome una capa
impermeable y un casco, me dijo:" vamos a La Picota a ver como cae el agua".
La lluvia caía sobre las pequeñas matas, sobre los jóvenes arbolitos y hecha agua,
corría por todas las canaletas perdiéndose dentro de ellas en su adentro para
aparecer limpia y clara al pie del cerro. Mire, me dijo, ya no caerán lloccllas
sobre la ciudad, ya no tendrá gastos el municipio y no se enfermará la gente.
A un costado, el capitán Flores sonriente
jugaba orillando con su bastón el agua buena de La Picota.
Excelente artículo. Deberían seleccionar trabajos similares de quienes conocieron a la universidad desde antes, para hacer unas memorias por su aniversario. Simbólico la historia universitaria del Capitán Flores y su espada y, años más adelante, quienes después aparecieron blandiendo el fusil...
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